
Una mañana en ABCnMe, Lucas, un niño de 3 años, estaba emocionado por la hora del snack. Con sus manitas ansiosas, intentó abrir su lonchera, pero la tapa del contenedor de galletas estaba muy apretada. Hizo tanta fuerza que, al final, logró abrirla de golpe, provocando que todas las galletas se cayeran al suelo. Su carita cambió al instante, y con los ojos llenos de lágrimas, comenzó a llorar.
La maestra, observando la situación, se acercó con calma y le dijo suavemente: “No pasa nada, Lucas, está bien equivocarse. Todos cometemos errores, es parte de aprender. Además, todavía tienes más comida en tu lonchera." Con una sonrisa, le mostró cómo podía cerrar el contenedor correctamente y le explicó que la próxima vez podría hacerlo con más cuidado. Juntos practicaron abrir y cerrar la tapa. Aunque Lucas estaba algo frustrado al principio, con paciencia lo logró.
Al día siguiente, cuando llegó nuevamente la hora del snack, Lucas abrió el contenedor despacio, recordando lo que había practicado. Su sonrisa al lograrlo sin problemas era pura felicidad y orgullo. Un pequeño triunfo que, para él, significaba mucho.
Esta pequeña anécdota refleja uno de los pilares fundamentales en nuestro preescolar: fomentar la autonomía y la autoestima en cada niño. Creemos que equivocarse es esencial para su crecimiento. Los errores no son fracasos, sino oportunidades para aprender y mejorar. Al darles espacio para equivocarse, les ayudamos a desarrollar confianza y resiliencia. Cada paso, incluso los que no salen como esperaban, es un avance hacia su independencia.
En ABCnMe, enseñamos que los errores forman parte natural del desarrollo. Los adultos, a veces, intentamos evitar que los niños se equivoquen por miedo a que se frustren o porque creemos que deben hacerlo bien desde el principio. Sin embargo, al permitirles experimentar y aprender de sus errores, les ayudamos a construir una mentalidad de crecimiento. Esto les da la confianza para enfrentar desafíos, sabiendo que cada error es una oportunidad para mejorar.
Los errores como oportunidades de aprendizaje
Cuando un niño comete un error, está abriendo la puerta al aprendizaje. En lugar de evitar estos momentos o corregirlos inmediatamente, es más beneficioso acompañar al niño para que reflexione sobre lo sucedido. Un error puede ser una oportunidad para enseñarle a corregir, pedir perdón si es necesario y, sobre todo, a reconocer que no siempre somos perfectos. Transmitir esta humildad y aceptación a los niños es fundamental para su desarrollo emocional y social.
Beneficios de aprender de los errores
Desarrollo de la resiliencia: Los niños que enfrentan los errores con actitud positiva se vuelven más resilientes y seguros de intentar cosas nuevas (ver más sobre resiliencia).
Habilidades de resolución de problemas: Permitir que los niños descubran sus propios errores fomenta el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Fomento de la empatía: Aprender a reconocer los errores y pedir disculpas les enseña empatía y respeto hacia los demás.
Mentalidad de crecimiento: Al ver los errores como oportunidades, los niños valoran el esfuerzo y el aprendizaje continuo, en lugar de centrarse solo en el resultado (ver más sobre mentalidad de crecimiento).

Errores comunes que cometemos los adultos
A veces, sin querer, los adultos cometemos errores al intentar enseñar a los niños a lidiar con los suyos:
Sobreprotegerlos: Al evitar que los niños se equivoquen, les privamos de valiosas oportunidades de aprendizaje.
Corregir inmediatamente: Dar la solución de inmediato impide que el niño reflexione y desarrolle su capacidad de análisis.
Enfocarse en el error, no en el esfuerzo: Resaltar el error en lugar del esfuerzo puede crear un miedo al fracaso.
Resultados positivos y negativos
Si enseñamos a los niños que cometer errores es parte natural del aprendizaje, los beneficios son claros. Veremos niños más seguros de sí mismos, dispuestos a asumir riesgos y con una mayor capacidad para resolver problemas. Al no temer al fracaso, se atreven a probar cosas nuevas y a ser creativos en su manera de pensar y actuar. Estos niños desarrollan una mentalidad de crecimiento, que los lleva a ver los desafíos como oportunidades, no como obstáculos. Los niños que aprenden a aceptar sus errores suelen tener mejores habilidades sociales, ya que entienden que los errores son una parte común de la vida, lo que les permite ser más empáticos y comprensivos con los demás.
Por otro lado, cuando los niños crecen en un entorno donde se teme al error o se castiga por equivocarse, el impacto puede ser negativo. Estos niños tienden a desarrollar ansiedad y una aversión al riesgo, lo que puede llevarlos a evitar situaciones nuevas o desafiantes por miedo a fracasar. En lugar de explorar y aprender, pueden volverse perfeccionistas o temerosos, lo que afecta su capacidad de innovar y disfrutar del proceso de aprendizaje. El miedo al error también puede generar dificultades emocionales, como baja autoestima o inseguridad, que pueden perdurar en la vida adulta. Si no les enseñamos que equivocarse es normal y necesario, podríamos estar limitando su desarrollo y su potencial para alcanzar sus metas.
Disciplina positiva
Según el libro Disciplina positiva de la A-Z de Jane Nelsen, Lynn Lott y H. Stephen Glenn, es importante que los niños aprendan que un error no define quiénes son. Los errores les ofrecen la oportunidad de mejorar sus habilidades (más sobre disciplina positiva aquí). Este enfoque les enseña a ser responsables sin sentirse avergonzados por sus fallos.
En ABCnMe, promovemos este ambiente donde los errores son bienvenidos y aprovechamos cada situación como un momento de aprendizaje. Invitamos a las familias a sumarse a este enfoque, brindando a sus hijos el espacio para equivocarse y aprender en un entorno seguro y lleno de amor.
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